
MEMORIA
LA LUCHA DE SACCO Y VANZETTI, por Leonardo Elgorriaga
La
fiebre roja:
Las
manifestaciones en contra del ingreso de los Estados Unidos a la
Primera Guerra Mundial, el impulso que la Revolución Rusa provocó
en los trabajadores de todo el mundo y el crecimiento de la actividad
sindical, generaron una fuerte campaña gubernamental, encabezada por
el ministro de justicia Mitchell Palmer, contra lo que denominaban
“la fiebre roja”. Esa campaña, alentada por los principales
empresarios norteamericanos, estaba destinada a perseguir cualquier
tipo de militancia sindical y política anarquista, socialista y
comunista, consideradas ideologías foráneas traídas a ese país
por el elemento “extranjero” y destinadas a destruir lo que
entendían eran los valores tradicionales de la sociedad
norteamericana. El objetivo de la campaña era combatir la intensa y
fructífera actividad sindical existente en esos años en los Estados
Unidos como lo fueron las grandes huelgas del acero y del carbón del
año 1919, como así también combatir la propaganda revolucionaria
intensificada a partir de la revolución de octubre.
Entre
los instrumentos legales utilizados por el gobierno para perseguir la
actividad sindical y política de trabajadores y trabajadoras, se
encontraba la Ley de Espionaje del año 1917 utilizada para castigar
penalmente a aquellos que se manifestaban en contra del ingreso de
los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial. Mediante dicha ley
fueron encarcelados cientos de activistas entre los que se pueden
mencionar a Philip Randolph militante sindical y por los derechos
civiles de los afrodescendientes; Emma Goldman militante anarquista y
feminista; Eugene V. Debs sindicalista ferroviario, socialista y
miembro fundador de la central sindical Industrial Workers of the
World (I.W.W.); y William D. “Big Bill” Haywood sindicalista
minero y miembro también de la I.W.W. El otro instrumento legal
dictado por esos años fue la Ley de Inmigraciones del año 1918
conocida como “Ley de Exclusión de Anarquistas”, normativa
similar a las Leyes de Residencia y de Defensa Social dictadas en la
Argentina, destinada a expulsar del país a los inmigrantes
sospechados de actividad anarquista. Esta última ley tuvo como
destinatarios preferenciales dentro de la actividad sindical a los
miembros de la I.W.W., por ser muchos de ellos inmigrantes y
anarquistas.
En
este contexto se encontraban los protagonistas de ésta historia:
Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Ambos fieles representantes de
aquello que abominaban las clases privilegiadas norteamericanas:
extranjeros, anarquistas, activistas sindicales de la I.W.W., y
personas profundamente comprometidas con la emancipación de las
clases explotadas.
Sacco
y Vanzetti:
Bartolomeo
Vanzetti había nacido el 11 de junio de 1888 en Villafalleto, en la
región de Piamonte, Italia. En el año 1908 a los 20 años de edad
emigró a los Estados Unidos en búsqueda de trabajo y mejores
condiciones de vida. Si bien su profesión era la de panadero, se vio
obligado a buscar empleo en los más variados oficios trabajando en
pésimas condiciones laborales. Como recordaría el propio Vanzetti
sobre sus primeros años en Estados Unidos: “Aprendí
a amar y a simpatizar con aquellos que como yo estaban resueltos a
aceptar un salario mísero con tal que conservara el cuerpo y dejara
en salvo el espíritu. Aprendí que la conciencia de clase no era
frase inventada por los propagandistas, sino que representaba una
fuerza vital, real, y que aquellos que comprenden su significado no
son ya simples bestias de carga, sino seres humanos”.
Si bien en su país de origen había formado algunas ideas sobre su
condición de clase, es en los Estados Unidos en donde Vanzetti se
define como anarquista y comienza a militar en los sindicatos de esa
tendencia adheridos a la I.W.W. En palabras del propio Vanzetti:
“Comprendí que bajo el nombre de
Dios, de la Ley, de la Patria o de la Libertad, de las más puras
abstracciones y de los más elevados ideales, se han cometido y se
cometen los crímenes más horrendos… Abarqué el concepto de
fraternidad y amor universal. Sostuve que cualquier cosa que
beneficie o perjudique al hombre, beneficia o perjudica el conjunto
de la especie humana. Sentí mi libertad y mi felicidad en la
libertad y la felicidad de todos. Admití que la equidad en los
actos, en los derechos y deberes es la única moral en que puede
fundamentarse una sociedad humana… Yo soy y seré hasta el último
momento (a menos que descubra mi error) comunista anárquico, porque
siento que el comunismo es la forma del contrato social más humana,
porque sé que solamente en la
libertad
podría surgir el hombre a su noble y armoniosa integridad”.
Después de cambiar varias veces de ciudad y de oficio, Vanzetti se
instala finalmente en Plymouth, estado de Massachusetts, trabajando
en forma independiente como vendedor de pescado ya que por su intensa
militancia sindical lo había llevado a formar parte de las llamadas
listas negras.
Nicola
Sacco había nacido el 23 de abril de 1891 en Torre Maggiore, región
de Apuia, Italia. Al igual que Vanzetti emigró a los Estados Unidos
en el año 1908. Siendo de profesión mecánico, no pudo desempeñar
su oficio y debió trabajar como operario en una fábrica de calzados
en Milford, estado de Massachusetts. En esa ciudad conocería a quién
sería su esposa, Rosina, con quien tuvo dos hijxs: Dante e Inés. De
la misma forma en que le sucedió a Vanzetti, Sacco se definió como
militante anarquista en su nuevo país de residencia después de
comprobar las duras condiciones en que vivían los trabajadores y
trabajadoras en los Estados Unidos. Como recordaba el propio Sacco:
“Yo me lancé en cuerpo y alma a la
pelea; me hice, el organizador de mitines y conferencias; pertenecí
durante poco tiempo a la Federación Socialista Italiana. Poco
después, deseando más aire, no queriendo perderme en las luchas
estériles que debían alcanzar su apogeo con la exaltación de una
unidad obrera, fui dirigido por un ardor y voluntad de acción hacia
las agrupaciones libertarias, hasta el día nefasto en que las manos
impúdicas de los esbirros me capturaron y me designaron a las
represalias del enemigo… Mi crimen, el único crimen, del que estoy
orgulloso, es el de haber soñado una vida mejor, hecha de
fraternidad, de ayuda mutua; de ser, en una palabra, anarquista, y
por ese crimen tengo el orgullo de terminar entre las manos del
verdugo”.
La
detención:
El
15 de abril de 1920 en la ciudad de South Braintree, estado de
Massachusetts, el pagador y el guardia de la fábrica de calzados
“Rice & Hutchins”, fueron muertos a tiros de revolver y
despojados de más de 15 mil dólares correspondientes a los salarios
del personal, por una banda que se dio rápidamente a la fuga. El
hecho tuvo gran repercusión y despertó la indignación de todos los
residentes de Massachusetts.
Por
esos días existía una gran agitación entre los militantes
anarquistas italianos debido a que el 3 de abril de 1920 la policía
había detenido al destacado militante anarquista de origen italiano
Andrea Salcedo. Después de estar varios días detenido y torturado,
Salcedo cae del piso 14° del edificio de la policía en Nueva York.
La versión oficial es que Andrea Salcedo se habría suicidado. Años
después éste crimen inspiraría la obra teatral “Muerte
Accidental de un Anarquista” del
dramaturgo italiano Darío Fo.
Nicola
Sacco y Bartolomeo Vanzetti fueron arrestados en Brockton la noche
del 5 de mayo de 1920 mientras se encontraban organizando las
campañas de denuncias por el asesinato de Andrea Salcedo. Al
principio, en el interrogatorio que les realizaron en la comisaría
no se les imputó delito alguno sino que el mismo giró
exclusivamente entorno a sus actividades sindicales y políticas.
Sorpresivamente a los dos días de estar detenidos, el fiscal de
distrito Katzman les informa que estaban acusados de los asesinatos
de South Braintree. Rápidamente toda la prensa se hace eco de la
acusación destacando en todo momento el hecho de que los acusados
eran anarquistas e italianos. De esta manera, el procesamiento de
Sacco y Vanzetti pasa a ser un espectáculo montado por el gobierno
de los Estados Unidos para conseguir una pena ejemplar que desaliente
la actividad sindical y fortalezca la figura del “extranjero”
como la causa de las huelgas y agitación social existentes en ese
país.
Juicio,
solidaridad internacional, condena y muerte:
El
juicio estuvo plagado de irregularidades y giró permanentemente
entorno a la actividad sindical y anarquista de los acusados. El
tribunal no tuvo en consideración las declaraciones testimoniales
que acreditaban que los acusados no habían participado en el asalto
de South Braintree. No tuvieron en consideración la declaración del
representante del consulado italiano que acreditaba que el día del
asalto Sacco había concurrido al consulado a realizar un trámite.
Tampoco las declaraciones del gran número de testigos que afirmaban
haber visto a Vanzetti en Plymouth vendiendo pescado ese día. No
tuvieron en cuenta que la bala homicida era de un calibre diferente
al arma que se les había encontrado a los anarquistas. Ni tampoco la
confesión de Celestino Medeiros, uno de los integrantes de la banda
de Morelli que fue la que realmente ejecutó el asalto, que afirmaba
que Sacco y Vanzetti no habían participado en el mismo. Los acusados
parecían estar ya condenados por su condición de extranjeros y
anarquistas.
El
proceso de Sacco y Vanzetti despertó la solidaridad internacional de
trabajadores y trabajadoras de todo el mundo. Numerosas
manifestaciones en reclamo por la liberación de los acusados se
produjeron en las principales ciudades. Los trabajadores y
trabajadoras de la Argentina no estuvieron exentos, produciéndose
principalmente en Buenos Aires y en Rosario actos de protesta y
declaraciones de huelga en contra del juicio que se llevaba adelante
en los Estados Unidos. Incluso se editaron periódicos especialmente
dedicados a seguir los acontecimientos que se iban produciendo en el
juicio.
El
14 de julio de 1921 el tribunal los declaró culpables. Las
instancias de apelación llegaron hasta la Suprema Corte de Justicia
de los Estados Unidos que se negó a revisar el caso pese al clamor
popular. Entre los integrantes de esa Corte se encontraba el
reconocido jurista Oliver Wendell Holmes, uno de los principales
exponentes de la escuela realista norteamericana, ampliamente
conocido por su célebre frase: “el derecho es lo que dicen los
jueces”. Sacco y Vanzetti vivieron en carne propia la teoría de
Holmes.
Finalmente,
Sacco y Vanzetti fueron condenados a muerte. Agotas todas las
instancias de apelación, los reclamos se dirigieron al entonces
gobernador del estado de Massachussetts, Alvin T. Fuller, a los
efectos de que indulte a los condenados. Fuller se negó a conceder
el indulto, poniendo fin así a toda posibilidad de salvación. El 23
de agosto de 1927, Sacco y Vanzetti fueron ejecutados en la silla
eléctrica en la prisión de Charlestown. Momentos previos a su
muerte, Vanzetti se dirigió a los presentes y gritó “Viva
la anarquía”.
Sus
cartas:
A
continuación reproducimos dos cartas de Sacco y Vanzetti. La primera
es una carta de Bartolomeo Vanzetti a los trabajadores argentinos en
agradecimiento por la solidaridad prestada:
Carta
de Bartolomeo Vanzetti a los trabajadores argentinos:
“Nosotros
deseamos decir a los compañeros, a los amigos, al pueblo argentino,
que sabemos cuán grande, sublime y heroica es su solidaridad hacia
nosotros.
Sabemos
que habéis dado el pan y el reposo vuestro, vuestra sangre y vuestra
libertad por nosotros. Sabemos que hubo quien dio su vida por
nosotros.
Vuestra
solidaridad generosa nos reafirma en la fe anárquica y humana.
Vuestro
sacrificio heroico, nos hace sangrar el corazón, mas nos sostiene el
ánimo dándonos la certeza de una victoria final del proletariado.
Nosotros
saludamos a quien lucha por nosotros; a quien está preso por
nosotros; a quien ha muerto por nosotros.
Compañeros:
amigos, Pueblo de la Argentina: nosotros morimos con vosotros en el
corazón.
Y
que ninguno de vosotros se desaliente, que ninguno vacile, que
ninguno pierda el ánimo, cuando os llegue la triste nueva de nuestra
muerte; que ella no os espante.
La
vía de la libertad, que es la vía del progreso y de la justicia,
está empañada de sangre, sembrada de fosas. Solo los fuertes la
pueden recorrer.
Vosotros
sois fuertes. Dos caídos más: ¿Y qué? Otros ocuparán nuestros
puestos, más resueltos y numerosos que nunca. En alto los corazones:
¡viva la anarquía y la revolución social!
Y
recordaos de cuanto queremos deciros: el enemigo nos quiere muertos,
y nos tendrá muertos para defender el privilegio y la tiranía, para
humillaros, para acobardaros, para venteros, destruiros y encadenar
los pueblos al carro de su esclavitud. El enemigo se ha embriagado
con el llanto de nuestras mujeres, de nuestros viejos y de nuestros
niños. Nos ha torturado, átomo por átomo, insultado, escupido,
clavado, befado, empapado los labios de hiel y vinagre y, finalmente,
ofrecerá a Mammón el humo de nuestras carnes maceradas y
maltrechas.
Y
este mismo enemigo clava sus inmundos tentáculos en la carne de
todos los pueblos de la tierra, prepara el más grande militarismo
del mundo y se apresta a esclavizar la entera humanidad.
Hay
que aplastarle la cabeza”
Bartolomeo
Vanzetti
Cárcel
de Dedham, Mass., 1927
La
siguiente es parte de la emotiva carta de despedida de Nicola Sacco
dirigida a su hijo Dante:
Carta
de Nicola Sacco a su hijo Dante:
“Mi
querido hijo y compañero:
Desde
el último día que te vi he tenido el propósito de escribirte esta
carta.
El
otro día he puesto fin a la huelga de hambre, y he tenido que
escribir la presente en diversos tirones, porque mis fuerzas de
cuerpo y de espíritu, debilitadas por los sufrimientos, no me
permitieron escribírtela de una sentada.
Nunca
habría supuesto que nuestras existencias tenían que ser separadas,
pero sin embargo, la inexorabilidad del destino lo ha querido así y
debemos doblegarnos a ello.
Pero
eso no hace más que acrecentar el tesoro de cariño que he sentido
siempre por tí y por la familia, de la que tú quedas como jefe y
protector. Mucho he sufrido durante el calvario que valerosamente
Vanzetti y yo hemos atravesado, pero protesto hoy con la misma fuerza
que protestaba ayer, y si he suspendido la huelga de hambre ha sido
sólo para tener la fuerza necesaria para abrazar en el último
momento a tí, a tu madre y a la pequeña Inés.
No
llores, Dante, no llores, muéstrate fuerte, valeroso y preparado
para las batallas de la vida, que son ásperas y erizadas de
dificultades.
No
dejes nunca, Dante mío, de proteger a los débiles, y si disfrutas
la felicidad que yo te deseo ardientemente, no olvides de compartirla
con el prójimo, pues ese es el sólo y único medio para poderla
saborear.
Estoy
seguro, a juzgar por lo que me ha dicho tu madre, que serás en el
porvenir el hombre que yo había ardientemente soñado poner en el
mundo.
Por
eso, ocurra lo que ocurra mañana, si ellos me matasen, no dejes de
tener en los labios la sonrisa de gratitud para nuestros amigos y
para nuestros compañeros. Y te digo esto porque he tenido espacio
para admirar y apreciar su fe y su valor en las tentativas hechas
para arrancarme a mí y Bartolomeo de las garras de la Ley, y que les
hace confiar
todavía
que triunfarán en la tarea casi imposible de salvarnos.
Y
esto no es otra cosa que la batalla entre el rico y el pobre, la
batalla por la salvación y por la libertad que tú continuarás un
día…
Dante,
hijo mío, sé fuerte y valeroso, quédate siempre al lado de tu
madre y de tu hermana, sé su sostén y su guía y ocupa junto a
ellas el puesto que habría debido ocupar tu padre inmolado a la
iniquidad de la sociedad burguesa.
También
Bartolomeo te envía su último adiós.
Tu
padre,
Nicola
Agosto
de 1927”