OIT Y EL ENOJO DE LAS
MUJERES, por Alvaro Orsatti, RELATS, Agosto
20181
Dedicado
a la Comisión de la Mujer Trabajadora de la AAL
El
año próximo OIT celebrará la Iniciativa del Centenario, uno de
cuyos ejes es la igualdad de género.
La
Conferencia 2018 encaró este tema, mediante una memoria firmada por
su Director General (“Mujeres en el trabajo. Impulso en favor de la
igualdad”).
Pero
además se hizo la primera discusión tripartita (la segunda y
definitiva será en 2019) sobre violencia y acoso en el mundo
laboral, cuestión fuertemente centrada en las mujeres.
El
título de esta nota no viene de quien la escribe, sino que es una
afirmación de la Memoria: “Las mujeres están enojadas, y son cada
vez más las que expresan su ira. Así lo evidenciaron las grandes
manifestaciones organizadas en América Latina contra la violencia de
género, con la campaña «Ni Una Menos», o las campañas virales
«#MeToo» y «Time’s Up» llevadas a cabo para protestar contra el
acoso sexual y las violaciones. Las mujeres están cada vez menos
dispuestas a tolerar estas prácticas inaceptables”.
Pues
bien: los resultados de ambas discusiones son, en evaluación de
este observador, claramente positivos. Contra lo que frecuentemente
se afirma, la Oficina y el Grupo de Trabajadores mantiene el pulso
del debate con el Grupo de los Empleadores (acompañado por una
parte de los gobiernos), que insiste en proponer retrocesos o
estancamientos en el devenir propositivo de la Organización. El
balance negativo sobre el reciente proceso se sustenta en el
episodio (realmente grave), ocurrido en 2012-3 en la Comisión de
Normas: la “batalla contra el derecho de huelga”, laudado de
forma polémica. Pero junto a ese episodio, pueden enumerarse media
docena de nuevas iniciativas (en 2014-6) que traen avances:
protocolo sobre la “neoesclavitud”, recomendación sobre
informalidad, resoluciones sobre protección de los trabajadores,
empleo decente en las Pymes y Cadenas globales de suministro). Es
también el caso previo del Convenio 189 sobre trabajo doméstico2.
Pues
bien: es a este grupo que ahora puede anticiparse se agregará un
nuevo Convenio (el 190) sobre el tema de la violencia y acoso en el
mundo laboral.
Por
su parte, la Memoria inaugura un enfoque más ambicioso sobre
igualdad de género, que podrá tener desarrollo futuro.
A
continuación se describe el contenido de la primera versión de la
futura norma sobre violencia y acoso, reservando la segunda parte a
la descripción del contenido mas amplio de la Memoria.
I.La
discusión por una norma sobre Violencia y Acoso
I.1
Definiciones. El punto de partida de
la discusión ha sido un consenso alcanzado por OIT en 2016 respecto
de conceptos y definiciones, que sistematizan el sentido común sobre
el tema, varios elementos de originalidad.
a.
Definición amplia de Violencia: se argumenta que existen fronteras
difusas al momento de establecerse donde hay violencia, por lo que no
deben establecerse límites precisos.
b.Tipos
de violencia: física, psicofísica y sexual. La psicofísica (o
violencia emocional) incluye (de manera repetida): maltrato verbal y
no verbal, acoso psicológico, intimidación (bullying), acoso moral.
Los tipos son: manipulación de la reputación, aislamiento,
retención de información, asignación de tareas que no coinciden
con la capacidad, asignación de tareas con metas y plazos imposibles
de ser cumplidos
c.
Principales víctimas: mujeres y niñas,
pero también alcanza a los hombres que no se ajustan a los
estereotipos masculinos predominantes.
d.
Sesgos de violencia hacia jóvenes, migrantes, personas LGTBI e
indígenas
e.Modalidades
de trabajo más afectadas: el empleo atípico, el empleo no
declarado, y el empleo informal en los países en desarrollo. Como
casos particulares: el trabajo de aprendices y pasantes, trabajo
voluntario, trabajo no remunerado
f.
Lugares de trabajo: Incluye el “trayecto” hacia o desde el
trabajo, y la “Cyberviolencia”
g.
Sectores más frecuentes: servicios de salud, transporte, educación,
restaurante y hotelería, ventas al por menor, agro y producción de
alimentos, gente de mar.
h.
Relación con la violencia de pareja (o violencia doméstica), como
parte de la violencia familiar. Esta violencia desborda hacia el
lugar de trabajo, con impacto negativo en la vida de los trabajadores
y en la productividad de las empresas. El desborde también puede ser
en la dirección opuesta: desde el lugar de trabajo hacia el hogar.
El lugar de trabajo es el “punto de entrada” para detectar
violencia doméstica. Hay que diferenciar la violencia en el hogar
aplicada a trabajadores remunerados del hogar por sus empleadores
(pareciera que también es posible la inversa).
i.
Motivaciones de la violencia: estrés, de
tipo personal, emocional, económica, pertenencia a distintas clases
sociales, perspectivas racistas, factores psicosociales en el lugar
de trabajo, por la forma en que está establecido y se administra el
trabajo, desequilibrio en las relaciones de poder y la forma en que
se ejerce. También se señala al factor patriarcado.
j.
Relacion entre violencia y discriminación: acoso basado en razones
de raza, color, religión, opinión política, nacionalidad,
orientación sexual, discapacidad.
k.
Partes: violencia entre compañeros de trabajo, violencia de un
empleador hacia un trabajador (pareciera que también existe la
inversa), violencia de consumidores de un bien y servicio hacia el
trabajador que lo provee, violencia de un ciudadano que comparte el
espacio publico con un trabajador (en el caso del viaje al lugar de
trabajo).
I.2
Contenidos acordados. La impresión
general de la primera ronda (a ser continuada por otra en 2019) de
discusión y consensos puede considerarse satisfactoria para los
trabajadores, en gran medida por el 2 a 1 alcanzado entre
trabajadores y gobiernos, en relación a los empleadores.
El
logro de base ha sido que el instrumento sea un Convenio acompañado
por una Recomendación, a lo que resistían los empleadores, quienes
en general preferían una Recomendación exclusivamente.
Los
contenidos que lograron mantenerse de la propuesta original de la
Oficina, que era compartida por el Grupo de Trabajadores, y con la
oposición de los empleadores fue:
a.
referirse a “mundo del trabajo”, y no solo a “lugar de
trabajo”, que era la opción de los Empleadores. Esta denominación
amplia permitió incorporar distintas formas complementarias (viaje
al trabajo). También los Trabajadores insistieron que esta es la vía
para apuntar a elementos de futuro, como el empleo atípico. Los
Empleadores se resistían también a incorporar la dimensión de la
violencia en alojamiento provisto por ellos, y tenían dudas sobre la
dimensión de las comunicaciones.
b.
utilizar una definición única de “violencia” y “acoso”,
como dos aspectos de un solo “continuo” (si bien fue necesario
negociar este término por “conjunto” –los trabajadores también
propusieron “abanico”). Los Empleadores insistieron mucho sobre
la necesidad de dos definiciones por separado, para evitar
“interpretaciones erróneas sobre el comportamiento”, dado la
existencia de “matices” en el acoso.
c.
sostener una definición apropiada de “trabajador”, que con la
fórmula “cualquiera sea la relación contractual” permite
referirse al empleo atípico. Los empleadores proponían simplemente
“relaciones de trabajo temporales o regulares” (OIE).
d.
mantener una definición extensa del ámbito de actuación, frente a
la posición de los Empleadores que consideraban que varias de las
situaciones no corresponden a trabajadores (postulantes, quienes
buscan empleo, voluntarios)
e.
mantener las referencias sobre “violencia doméstica” a lo cual
se oponían los Empleadores, como parte de su estrategia de reducir
la propia responsabilidad
f.
incluir, siguiendo una recomendación de la Oficina, a “terceros”
(clientes, proveedores, usuarios, publico”, aprovechando la
ampliación pedida por los Empleadores, como forma de limitar la
inicial centralidad en ellos.
g.
mantener repetidas menciones a los “migrantes”, a lo que los
empleadores se resistían
I.3
Concesiones. La principal concesión
otorgada por los trabajadores ha sido eliminar del Convenio la lista
de sectores/ocupaciones específicas, para reemplazar por la
expresión “grupos vulnerables”, derivándola a la futura
Recomendación. De todas formas, se espera un nuevo debate sobre ese
listado, porque hay resistencias de los gobiernos de algunos países,
particularmente los africanos, aunque también Japón, Irán y el
Consejo de Cooperación del Golfo. De hecho la delegación africana
se retiró de la discusión en plenario, como oposición al acuerdo
de que sea desplazada a la Recomendación. Un factor específico de
esta negativa es la inclusión de los trabajadores LGTBI.
Una
segunda concesión ha sido la no incorporación de una definición de
“empleador”, lo que el Grupo de Trabajadores aceptó, por
considerar que no era indispensable.
Ha
habido cierto desacuerdo sindical con el hecho que el texto acordado
señale la posibilidad que la violencia y el acoso sea desde los
trabajadores hacia sus empleadores. Sin embargo, esta perspectiva no
fue producto de la negociación con los empleadores, sino que estaba
incluída en la propuesta inicial de la Oficina. Ello es un
desarrollo lógico del criterio general de que la violencia y acoso
puede afectar a “todas las personas”. Además, este elemento es
clave en el hecho de que los empleadores aceptaran el resto del
contenido, evitando (y el Grupo de Trabajadores se encargó
repetidamente de señalarlo), que la norma no estaba dirigida
exclusivamente contra los empleadores, sino que la lucha contra la
violencia y el acoso es “responsabilidad mutua” (de las dos
partes de la relación laboral).
II.Memoria
del Director General
El
contenido de la Memoria del Director General es llamativo, por su
rotundidad y audacia. Señalemos los principales contenidos.
II.1
Análisis
a.
La situación se ha estancada o incluso empeorado. Los pasos han
sido lentos, irregulares e inseguros. Ha
habido un escaso impacto del sinnúmero de leyes, políticas e
instituciones creadas en nombre de las mujeres.
Los progresos registrados en la condición
laboral de la mujer en el mundo son probadamente desiguales y
decepcionantes. En la práctica, la situación de la mujer apenas ha
mejorado en unos quince años, y ello pese al desarrollo de las leyes
y las políticas. Incluso
en algunas regiones (como Asia Pacífico). Dado que esta región es
posiblemente la más dinámica del mundo, esto parece indicar que la
relación entre el crecimiento y la transformación económicos, por
un lado, y la formación de las mujeres y su participación en los
mercados de trabajo, por otro, no es tan sencilla como cabría
imaginar. El crecimiento y la mejora del nivel de vida no bastarán
por sí solos para eliminar la desigualdad de género en el trabajo.
b.
Son varias las razones por las que los resultados de las políticas
de género no son satisfactorias: b.1 la ausencia cada vez más
frecuente de oportunidades de encontrar trabajos remunerados que sean
de calidad, sumada a la violencia y al acoso que muchas mujeres
sufren en el hogar y en el trabajo, frustran gravemente las
perspectivas femeninas de trabajar en pie de igualdad con el hombre;
b.2 órganos y programas especializados que se destinan a remover
estos obstáculos no están dotados con recursos suficientes, son de
ámbito a menudo reducido, no se mantienen en el tiempo, no son
objeto de seguimiento y no se evalúan en relación con el impacto
que producen. Esta situación delata a su vez que, pese a
considerarse la discriminación como una práctica reprobable y
nefasta, no hay unanimidad sobre los medios necesarios para
combatirla; suele estimarse que promover la igualdad de género
tiene más costes que beneficios potenciales, especialmente a corto y
a mediano plazo, lo cual explica que se reduzcan o, incluso, se
supriman estas medidas en los períodos de recesión o estancamiento
económico; b.3 la legislación puede no resultar siempre suficiente
o adecuada para lograr este fin, en parte porque ha sido redactarda
pensando en lugares de trabajo de la economía formal y a menudo de
grandes dimensiones, o en asalariados regulares y empleados a tiempo
completo. Por
ello la ley no ampara a trabajadores de pymes, autónomos, por cuenta
propia y dependientes desde el punto de vista económico, o sometidos
a otras modalidades de empleo atípicas, categorías éstas donde las
mujeres abundan de manera desproporcionada.
c.Los
factores explicativos son varios: c.1.En los cincuenta últimos años,
cuando muchas mujeres empezaron a incorporarse de manera regular a
los mercados de trabajo formales, el mundo del trabajo no se adaptó
a ellas, sino que les exigió que se adaptaran a un mundo
originalmente conformado por hombres y para hombres. El empleo
remunerado vino entonces a sumarse simplemente a la «lista de
tareas» de las mujeres. No se cuestionó el tradicional «sistema de
género», en que la mujer era la «cuidadora» y el hombre el
«sostén de la familia». Se estimaba que el tiempo de las mujeres
era «elástico», a diferencia del de los hombres, y menos valioso
que el de éstos. Desde entonces, la situación no ha cambiado
prácticamente.
Por
consiguiente, las mujeres eran consideradas, y todavía lo son, como
«elementos secundarios» de la fuerza de trabajo, aunque sean la
única o principal fuente de ingresos en el hogar. Las trabajadoras
también pueden ser consideradas como elementos desechables, a los
que cabe recurrir y de los que cabe deshacerse según interese.
c.2
Las mujeres también pueden verse sometidas a estrategias de
competitividad en que la docilidad, la destreza manual y la ética
profesional se consideran ventajas competitivas.
c.3
La igualdad de género es considerada una cuestión principalmente
femenina, que no preocupa a todo el mundo. Las políticas y las
medidas que se proponen para mejorar la condición de la mujer en el
trabajo apuntan a menudo a «cambiar algo» en las mujeres. Por
ejemplo, hoy se sigue repitiendo que para que las niñas actuales
obtengan mejores empleos en el futuro deberían estudiar más bien
ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, o dedicarse a
profesiones principalmente masculinas. A la inversa, rara vez se
orienta a los niños varones hacia profesiones tradicionalmente
femeninas, como la enfermería.
De
esta manera se refuerzan los clichés de que las mujeres valen menos,
lo que se invoca en el mercado para a explicar las
responsabilidades y competencias sesgadas que se asocian a su empleo.
Así, se han generado incentivos para que tanto hombres como mujeres
elijan profesiones «masculinas» en vez de «femeninas», con el
inconveniente de una desvalorización continua y unos salarios
insuficientes para las profesiones predominantemente femeninas, y una
limitación de la gama de opciones abiertas a los hombres y a las
mujeres en cuanto al tipo de vida y a la trayectoria profesional que
deberían adoptar.
Por
lo tanto, la transformación de los papeles respectivos de hombres y
mujeres en el lugar de trabajo, en la familia y en la sociedad ha
sido por tanto unilateral y desigual.
c.4
Frecuentemente, el compromiso de los hombres con la igualdad de
género es frágil e irregular, según la creencia de que lo que
necesita «arreglo» son las mujeres, y no los hombres ni los
sistemas económicos o las instituciones que conforman nuestras vidas
y nuestros trabajos. Se encuentran tres situaciones: quienes
consideran que la desigualdad entre sexos es un problema, o están
convencidos de que ésta es esporádica en lugar de ser un problema
de la sociedad que exige compromiso político para cambiar
estructuras y comportamientos injustos; quienes están convencidos
de que las diferencias por motivos de género deben desaparecer en el
trabajo, pero no se dan cuenta que ciertos comportamientos y
prácticas, en particular en el hogar, refuerzan y perpetúan las
injusticias que desean enmendar, o acaso sin tener claro qué medidas
se deberían adoptar; y quienes consideran que lograr la paridad de
género es un juego de suma cero en el que las victorias de las
mujeres representan pérdidas para los hombres.Esto es especialmente
cierto en contextos donde las perspectivas del mercado de trabajo son
desalentadoras y la competencia es feroz.
Adicionalmente,
se considera que la firmeza es una característica “natural” y
deseable en los hombres, que se percibe a menudo como agresividad en
las mujeres.
d.
Sobre la ecuación “Tiempo-Ingresos-Libertad de acción”. La
dinámica de esta ecuación explica por qué la escasez de tiempo y
de ingresos es tan habitual entre las mujeres y por qué la
paternidad no afecta del mismo modo a las madres y a los padres que
trabajan. La maternidad acarrea una penalización salarial a causa de
la interrupción de la trayectoria profesional, independientemente
del trabajo que realice, de sus ingresos y de sus preferencias, la
mujer sigue asumiendo el grueso de las tareas domésticas y de las
responsabilidades familiares, aunque cuando tiene mayor formación y
remuneración puede delegar, en mayor o menor medida, esas tareas. El
objetivo es pues resolver eficazmente la ecuación a fin de mitigar
el déficit de tiempo e ingresos de las mujeres. El nivel de su
empleo remunerado determinará, a su vez, si podrá ganar lo
suficiente para subsistir y si tendrá libertad de acción y, por lo
tanto, autonomía y control sobre su trabajo, su tiempo y su vida.
Una
propuesta básica es promover la economía del cuidado, para
delegar las tareas doméstica y de cuidado no remuneradas, en otras
personas retribuídas (se agrega, obviamente, que debe ser de
calidad).
e.
Sobre el trabajo de plataforma. OIT
considera que la digitalización de la economía y la innovación
tecnológica son identificados como fuente de oportunidades de
empleo prometedoras, en particular para las mujeres, eliminando
algunas de las barreras que les impide acceder a trabajos
“masculinos”, y a reducir así la segregación ocupacional por
motivos de género.
Se
esgrimen dos razones para ello: e.1 permiten desempeñar fácilmente
tareas para las que se solía necesitar una fuerza física
considerable en el pasado; e.2 permiten realizar el trabajo desde
cualquier lugar y en el momento que sea más conveniente para el
trabajador (el teletrabajo y otras modalidades de trabajo, como las
ofrecidas por las plataformas digitales).
Pero
a continuación se formulan varias prevenciones: e.1 estas
modalidades tampoco inmunizan contra las desigualdades de género, ya
que los hombres siguen ganando más que las mujeres, a pesar que las
plataformas digitales no identifican el sexo del trabajador, por lo
que no existe el riesgo de sesgo por parte del empleador. Parece que
el motivo de la disparidad salarial entre hombres y mujeres es que
éstas suelen elegir tareas que requieren menor concentración y cuya
remuneración no es tan elevada como la de los trabajos esporádicos
más complejos, lo que se debería a que, a diferencia de los
hombres, debían conciliar los trabajos esporádicos con las tareas
domésticas, lo cual conllevaba interrupciones frecuentes. Por lo
tanto, los trabajos más simples son la única opción posible para
muchas mujeres, a menos que disminuyan de algún modo sus
responsabilidades familiares.
e.2
la discriminación en el trabajo de plataforma proviene de que, a
igual trabajo, cuando la ocupación se refiere a ventas de productos
en línea, los compradores detectan el sexo del vendedor mediante la
información facilitada en los anuncios y están menos dispuestos a
pagar a las mujeres la misma suma que a los hombres por los mismos
productos.
e.3
los hombres suelen compaginar entre y cinco trabajos esporádicos,
mientras que las mujeres no suelen tener más de uno, con lo que las
mujeres participan globalmente menos en la economía de plataforma
que los hombres.
e.4
el «trabajo bajo llamada» cobra una relevancia creciente en
sectores como el comercio minorista, la hostelería, la salud y la
educación, que emplean a gran número de mujeres en todo el mundo.
Estas formas de empleo se caracterizan por unos horarios de trabajo
comunicados a los trabajadores con poca antelación, por
considerables fluctuaciones de las horas laborales y por la
consulta casi inexistente con el personal a la hora de fijar sus
horarios de trabajo. Esto dificulta la planificación de las
obligaciones familiares y personales y también afecta negativamente
a las relaciones personales.
e.5
Sobre la apertura de la mujer al mundo. Finalmente, OIT se interna en
un argumento sociológico de gran importancia: el hecho de que este
trabajo se realice en el hogar no permite algo importante para las
mujeres, que sì se presenta en el trabajo fuera del hogar: salir de
su aislamiento, al interactuar con personas ajenas al círculo
familiar, trabar nuevas amistades, intercambiar opiniones y comparar
notas. Incluso, ya en un párrafo de gran audacia, OIT afirma que el
trabajo fuera del hogar también puede ayudar a las mujeres a
separarse de una pareja abusiva. El trabajo a domicilio reduce todas
estas oportunidades.
1
Una versión previa de esta nota fue
publicada en el blogspot de Antonio Baylos, julio 2018
2
Se podrá decir, con razón, que varios de estos instrumentos son
« soft law », ninguna un convenio internacional, el último de los cuales fue el referido a trabajo domestico, en 2011,
lo que recién ahora tendria continuidad con el referido a
violencia y acoso en el mundo laboral. En este escenario, parece
verde de concreción el pedido del Grupo de Trabajadores de un
convenio sobre trabajo temporal.